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La intemperie del poeta


No puedo escribir si mi cuerpo no arde. Necesito fuego, el magma espiritual que lo mantiene de pié, mientras dura su finita embestidura existencial. Estoy, latente. Las palabras están incineradas por una danza imposible para un yo que sabe, posible para un yo exiliado, vertiginosa y abismal para una razón de roca. No puedo escribir si mi cuerpo no danza. Soy lo que no sé, o no soy; sólo estoy aquí, abierta y frágil a la intemperie del poeta.

Imagen Francesca Woodman


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