Detrás de unas columnas extendidas hacia el horizonte que dividían dos desiertos, escuché su cuerpo entornado en giros rituales y su voz quebrada, sedienta y murmurante que repetía insistentemente el muro tiene secretos.
Hacia su encuentro, mis pies sentían las granitas de arena que moldeaban las huellas borradas por el viento, como la memoria de un loco que falsea el recuerdo de los instantes. El eco de su voz retumbaba en sus palabras enajenadas convirtiéndolas en nómadas, gitanas de su propia lengua. Me habitaba una cotidianeidad extraña e inquietante en ese territorio lejano, una presencia de legiones ancestrales que pueblan el silencio de un espacio sin lugar.
Mis huellas intuían su invisibilidad e intentaban subir y soltarse en el hueco de mi paladar; el gusto de la sombra pedía a gritos salvar a las palabras -siempre vivas y muertas; siempre víctimas y heroínas del tiempo- que habían enmudecido aquella infancia espejada en lagrimales frágiles como traslúcidas filminas de una hoja de arroz. Los rastros, estigmas y cicatrices de ese viaje, abrazaban mis manos temblorosas y tomaban rumbos distintos. Una buscaba a aquella giradora silenciosa de los desiertos divididos y vertiginosos, y la otra intentaba alcanzar al espejismo de su espíritu con aquel vaso inalcanzable... Caí en una duna blanca y sorda, en el sueño del sueño tras una pasajera y efímera bruma de pájaros. Allí estaba, mirándome despertar lentamente con el vaso vacío agitado en la mano y, a destiempo de su boca y de su voz, gritó:
Pero arremete ¡viajera!
Desperté. Mis huellas volvieron a sus pasos en el desierto, y mis manos al espejismo de las palabras mudas.
Desperté otra vez, y me puse a danzar la misma sed de siempre.
Publicado en el Opúsculo N°3 "Danza y revolución" y en la revista digital "Obituario" N° 18 (España). Dedicado a Alejandra Pizarnik.
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La puerta, el umbral,
el circulo, el mundo
la mitad, la cinta moebius
la carta, el papel en blanco
la inmensidad, el aliento
el cuadro, el temblor,
el cuerpo, el mapa
el que mira, el que es mirado
la incertidumbre, la razón
la presencia, el grito
la imperiosa, el sueño
la mano, el sol
el picaporte, el espejo
la llave, la danza.
Fotografía Alison Scarpulla